21/11/08

El Gangbang de Óscar David López

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El cielo más líquido de Luis Armenta Malpica

Cuando en duda, es preciso acudir siempre al diccionario más próximo. Esta es una sugerencia que desde años atrás he intentado seguir. Y es que dudé al confrontarme con el libro de Luis Armenta Malpica: El cielo más líquido. Así encontré que la palabra “cielo” según ofrece el Diccionario de la Real Academia Española tiene acepciones múltiples, al igual que el poemario de Luis.
Como primer sugerencia el DRAE nos dice que el cielo es una esfera aparente azul y diáfana que rodea la Tierra. Es El cielo más líquido esa esfera que todo lo envuelve. Dentro de este cielo, habitan y se reproducen las historias de los claveles y las rosas. Combaten (como al principio) los hombres y las mujeres. Se fundan las ciudades que se vuelven una mancha estéril sobre el rostro del mundo. Es bajo su manto protector donde se multiplica la luz y se difunden los silencios. Donde crecen los jardines: cedros contra el crepúsculo. Donde las madres se despiden de sus hijos. Es la cantidad de atmósfera que cubre a los residentes y domina incluso sus ideas. La idea de Dios que todo lo contiene y por lo tanto todo lo es, mientras que, concomitante, piensa al mundo. Es la metáfora perfecta que Luis maneja a lo largo de esta colección: del cielo parte la creación del poeta para forjar nuevos mundos que se fundan sobre la frágil desnudez de las palabras.
Aquí está presente la disyuntiva entre mirar hacia uno y otro lado de ambas caras de la moneda. El poeta busca reconciliarse con el amor mismo que consume a los amantes. Busca su transformación desde el sujeto para asumir la postura del amado, harto ya de hacer de activo en la interminable persecución del sobresalto. En el corazón acelerado se perciben los rastros inquietantes del alma del poeta que busca sin éxito un domicilio propicio para celebrar la entrega del beso.
En todo el fuego de lanzarse hacia otros cuerpos también se encuentra la inmanencia de aquél que espía entre los cuerpos y los hechos. La constante presencia de un dios que todo lo puede, todo lo envuelve. Que es Todo. Entre los amantes pervive este dios y es el lazo que los une. Duerme en la misma cama. Es el delgado hilo entre las miradas de los amantes que yacen juntos mientras al fondo suena algo de Strauss o de Stravinsky. Es la tenue luz que se vierte sobre ellos sobre la íntima tersura del calor familiar bajo las sábanas.
El cielo, según el Diccionario, es también Dios mismo o, como ahí se especifica, su Providencia. El poeta visita el pasaje bíblico que nos relata que a Moisés le es permitido ver a Yahvé sólo de espaldas. A espaldas de Dios el poeta construye un planeta rebelde en el cual se desprende de la creación y hace brotar de su boca las nuevas realidades. Es crear con amor un ámbito, un mundo y un largo aliento vertical, como la misma espalda de este Dios. Al mismo tiempo subversivo y fiel hasta la muerte, el juego que el poeta plantea se advierte en la colocación de mayúsculas y minúsculas en los sustantivos estratégicos. Se reafirma la certeza de la existencia de Dios, así como la del mismo Hombre. Ambos fijan la mirada en el espejo insomne que es un alfabeto propuesto por Luis Armenta. Desde el alfa hasta el omega. La santidad en el aroma de las flores al final de la vida.
Si hemos de ceñirnos a lo que dice el diccionario, cielo es el apelativo cariñoso de la persona querida. En El cielo más líquido también se canta al amor. A los besos no dados y a las caricias. Hay claveles y hay rosas que son objeto y receptáculo del amor.
Cielo protector es El cielo más líquido. Y así como en la relación mítica de la antigüedad que existe entre el cielo y la tierra, es el Cielo el que se abre para que el agua caiga. El agua que purifica. El agua que se vierte sobre la frente de los hombres. El agua de da vida a los claveles y las rosas de cualquier jardín. El agua del diluvio. El agua que limpia cuerpos, rostros, pies. El cielo más líquido se abre para dar paso a ese reino del agua que oscila pendiente de la inmanencia sensual y sensorial del poeta mismo.
Es pues, El cielo más líquido una oportunidad definitiva para acercarse a la obra un poeta de fina factura. Poemas que nombran al amor, a Dios y a los hombres. Poemas que nos hablan de todo eso que el Cielo guarda. De todo eso que nosotros somos.

18/11/08

del muy hoy

¿cómo corroborar la constancia de los presagios que llegan y estremecen la piel desde la nuca y hasta más (bastante más) abajo?