28/2/10

Poema documental

A ESTO SE LE LLAMA

Esto es una historia
Que según vienen a limpiar y matar y a correr a los
descastados, sinvergüenzas, cobardes y desgraciados

Una historia en la que solamente siendo radicales
en la que solamente siendo
en la que sólo

A esto se le llama incendiarse

¿A quiénes reventamos en nombre de la justicia?
Podrán tocar nuestra carne, pero no nuestro espíritu
Pueden quitarnos la vida, pero no así la verdad,
la que dice que sostuvimos la frente en alto hasta el último momento

Tengan cuidado este fin de semana
¿Alguien podría afirmar o desmentir esto?
Avisa a todos tus seres queridos y pasa la voz
Todos hagan toque de queda
Envía esto a todas las personas que sea posible

La guerra comenzó
Que se preparen los panteones que la fila estará larga

¿Es cierto todo esto? ¿Alguien sabe algo?
Antier y ayer pase por ahí en la noche y ya no hay nadie
Según ese día les cayeron ahí de sorpresa y se llevaron a varios
Hace rato se rumoró que hubo

Así te metas debajo de las piedras te van a encontrar

Yo estoy consciente de que esto nunca se va a acabar

Que pase lo que tenga que pasar

Vean caer hoy a los que se enarbolaron un imperio a costa de la sangre
Vean cómo siendo humanos son asesinados como ratas
Vean con tristeza la consecuencia de vivir una mentira

¿Alguien podría afirmar o desmentir esto?

A esto se le llama incendiarse

No paro de hablar con esa pared

27/2/10

Do se expone el encierro impuesto desde fuera en las moradas interiores

Una guerra perdida de antemano.
Un feudal que en su trono se pertrecha.
Un circo que, de furia, el aire estrecha.
Un crimen que se fuga en aeroplano.

Las voces desprendidas de las manos
transitan de ojo a boca las endechas,
vislumbran una vuelta a la derecha
que precede al quebranto de lo humano.

Una reja que no encierra la calle.
Una espera sin tregua en el exilio:
La ristra de minutos en detalle.

La deriva sin nadie a nuestro auxilio,
el mutismo que enclaustra nuestro valle
de vísperas al corte del idilio.

Así, tenemos que

El pánico

El tráfico
Vulnerados: lindes, embalajes

Las (des)horas
Las hordas
Los caminos
Las sirenas
Las orillas

Simulacro
Montaje
Enunciado
Oración y discurso
Sentencia

La masa
Los rebaños

El campo
Los vaqueros
La Boca
El/La Farsante

Los puños
El martillo
El muro

La grieta

Sedición

21/2/10

Polonio y La Chata

"Si era visto a través del vestido, a contraluz —y aquí sobrevenía una nostalgia concreta, de cuando Polonio andaba libre: los cuartos de hotel olorosos a desinfectantes, las sábanas limpias pero no muy blancas en los hoteles de medio pelo, La Chata y él de un lado a otro del país o fuera, San Antonio Texas, Guatemala, y aquella vez en Tampico, al caer de la tarde sobre el río Pánuco, La Chata recostada sobre el balcón, de espaldas, el cuerpo desnudo bajo una bata ligera y las piernas levemente entreabiertas, el monte de Venus como un capitel de vello sobre las dos columnas de los muslos —aquello resultaba imposible de resistir y Polonio, con las mismas sensaciones de estar poseído por un trance religioso, se arrodillaba temblando para besarlo y hundir sus labios entre sus labios."

Revueltas, José. (1969). El apando. México: Ediciones Era. p.22

16/2/10

Cuarto de hotel

Desde hace unos días y hasta el ahora, la idea de los hoteles ha incidido en mi cabeza con extraña persistencia. Hace ya un rato me había apropiado de la que, en mi opinión, es la mejor descripción de estar dentro de un cuarto de hotel. Esa añoranza.

Así, por las veces que he asumido el papel de huésped, y que fue hace no mucho, es que puedo afirmar que me gustan los hoteles por las mismas razones usualmente imperceptibles que enumera Atwood. Rented license, that freedom from being seen.

Pienso también en los encuentros fortuitos dentro de tales espacios anónimos que dieron paso a grandes amistades que conservo aún ahora. Vino, fiesta, tumulto, el desenfreno. Por supuesto, la intimidad. Y, desde luego, el culposo placer de ver el tiempo escurrir hacia su exterminio ineludible por fuera de la ventana o en la saturación del televisor. El pasar de las horas. Matar el tiempo. Cuando nada en realidad importa. Cuando sólo se está ahí. Cuando solo se está.

Pienso en el poemario más reciente de Coral Bracho y en lo que habrá de aguardarme su lectura. Entrecruce, coincidencia, concomitancia. Espero leerlo (o al menos una parte) adentro del cuarto de un hotel.

14/2/10

Ah, palabras

hotel.

(Del fr. hôtel).

1. m. Establecimiento de hostelería capaz de alojar con comodidad a huéspedes o viajeros.

2. m. Casa más o menos aislada de las colindantes y habitada por una sola familia.


motel.

(Del ingl. motel, acrón. de motorcar, automóvil, y hotel, hotel).

1. m. Establecimiento público, situado generalmente fuera de los núcleos urbanos y en las proximidades de las carreteras, en el que se facilita alojamiento en departamentos con entradas independientes desde el exterior, y con garajes o cobertizos para automóviles, próximos o contiguos a aquellos.

13/2/10

Poema documental

LA RECLAMANTE


Discúlpeme, Señor Presidente, pero no le doy
la mano
usted no es mi amigo. Yo
no le puedo dar la bienvenida
Usted no es bienvenido
nadie lo es.

Luz María Dávila, Villas de Salvárcar, madre de Marcos y Jose Luis Piña Dávila de 19 y 17 años de edad.

No es justo
mis muchachitos estaban en una fiesta
y los mataron.

Masacre del sábado 30 de enero en Ciudad Juárez, Chihuahua, 15 muertos

Quiero que usted se disculpe por lo que dijo
Señor Presidente, que eran pandilleros…
¡Es mentira!
Uno estaba en la prepa y otro en la UACH; no estaban en la calle,
estudiaban y trabajaban.

Porque aquí
en Ciudad Juárez, póngase en mi lugar

Villas de Salvárcar, mi espalda, mi fulmínea paradoja

hace dos años que se están cometiendo asesinatos
se están cometiendo muchas cosas

cometer es un verbo fúlgido, un radioso vértigo, un letárgico tremor

se están cometiendo muchas cosas y nadie hace algo.
Y yo sólo quiero que se haga
justicia, y no sólo para mis dos niños

los difuntos remordidos, los fulmíneos masacrados, los fúlgidos perdidos

sino para todos. Justicia.

Encarar, espetar, reclamar, echar en cara, demandar, exigir, requerir, reivindicar

¡No me diga ‘por supuesto’, haga algo!
Si a usted le hubieran matado a un hijo,
usted debajo de las piedras buscaba al asesino

debajo de las piedras, debajo de piedras, debajo de

pero como yo no tengo los recursos

limosnas para las aves, mis huesos
mi carne
de tu carne mi carne

póngase en mi lugar, póngase
mis zapatos, mis uñas, mi calosfrío estelar

no los puedo buscar porque no tengo
recursos, tengo
muertos a mis dos hijos

Byagtor: entierro a cielo abierto que significa literalmente "dar limosnas a los pájaros".

Tengo mi espalda. Mi lágrima. Mi martillo.
No tengo justicia. Póngase
en su sitio: Villas de Salvárcar, ahí
donde mataron a mis dos hijos.

Usted no es mi amigo, ésta
es la mano que no le doy, póngase
Señor Presidente
en su lugar, le doy
mi espalda

mi sed, le doy, mi calosfrío ignoto, mi remordida ternura, mis fúlgidas aves, mis muertos


Y la mujer bajita, de suéter azul, salió del salón limpiándose las lágrimas.


[textos de Luz María Dávila, Ramón López Velarde, Sandra Rodríguez Nieto y Cristina Rivera Garza]
--crg

1/2/10

Poema de Billy Collins / Taking Off Emily Dickinson's Clothes



Taking Off Emily Dickinson's Clothes

First, her tippet made of tulle,
easily lifted off her shoulders and laid
on the back of a wooden chair.

And her bonnet,
the bow undone with a light forward pull.

Then the long white dress, a more
complicated matter with mother-of-pearl
buttons down the back,
so tiny and numerous that it takes forever
before my hands can part the fabric,
like a swimmer's dividing water,
and slip inside.

You will want to know
that she was standing
by an open window in an upstairs bedroom,
motionless, a little wide-eyed,
looking out at the orchard below,
the white dress puddled at her feet
on the wide-board, hardwood floor.

The complexity of women's undergarments
in nineteenth-century America
is not to be waved off,
and I proceeded like a polar explorer
through clips, clasps, and moorings,
catches, straps, and whalebone stays,
sailing toward the iceberg of her nakedness.

Later, I wrote in a notebook
it was like riding a swan into the night,
but, of course, I cannot tell you everything —
the way she closed her eyes to the orchard,
how her hair tumbled free of its pins,
how there were sudden dashes
whenever we spoke.

What I can tell you is
it was terribly quiet in Amherst
that Sabbath afternoon,
nothing but a carriage passing the house,
a fly buzzing in a windowpane.

So I could plainly hear her inhale
when I undid the very top
hook-and-eye fastener of her corset

and I could hear her sigh when finally it was unloosed,
the way some readers sigh when they realize
that Hope has feathers,
that reason is a plank,
that life is a loaded gun
that looks right at you with a yellow eye.

-00-

Desnudando a Emily Dickinson

Primero, su cuello brocado,
fácilmente alzado de sus hombros y tendido
en el respaldo de la silla de madera.

Y su bonete,
deshecho el nudo con un leve estiramiento.

Después, el largo vestido blanco, una tarea
más complicada con botones de madreperla
a lo largo de la espalda,
tan diminutos y numerosos que pasa una eternidad
antes que mis manos puedan partir la tela,
como el agua que divide un nadador,
e introducirse.

Querrán saber
si ella estaba de pie
junto a una ventana abierta en un cuarto de arriba,
inmóvil, los ojos en leve sobresalto,
fijos en el huerto de abajo,
el vestido blanco como un charco a sus pies
sobre la duela ancha y dura.

La complejidad de los interiores femeninos
en la América del siglo diecinueve
es insoslayable,
y procedí como un explorador de los polos
entre sujetadores, broches y seguros,
trampas, tirantes y varillas,
navegando hacia el iceberg de su desnudez.

Luego, anoté en un cuaderno:
fue como montar un cisne hacia la noche,
pero, por supuesto, no puedo decirlo todo —
la forma en que cerró sus ojos al huerto,
la caída de su pelo libre de broches,
cómo hubo arranques repentinos
cada vez que hablábamos.

Lo que sí puedo contarles es
que había un silencio terrible en Amherst
aquella tarde de Sabbat,
sólo un carruaje que pasó la casa,
una mosca que zumbaba en la ventana.

Así que pude escucharla claramente inhalar
cuando deshice el primer
ganchillo que ajustaba su corsé

y pude oírle suspirar cuando al fin estaba libre,
igual como algunos lectores suspiran al percatarse
de que la Esperanza tiene plumas,
que la razón es una tabla,
que la vida es una pistola cargada
que te mira fijamente con un ojo amarillo.

Versión de Marco Antonio Huerta