2/11/15

El otro día platiqué con Carmen Alardín

A Carmen le gustaba el té de manzanilla.
"El otro día fui a ver a mi papá y platicamos". Así me dijo un día la poeta Carmen Alardín al relatar un encuentro que, sin duda, habría sucedido hace más de medio siglo. Pero ella hablaba de ese y otros encuentros de otros pasados como si hubiesen ocurrido hace unos días o un par de semanas. La inmediatez en sus recuerdos era como una criba que tal vez filtraba el impacto que implica el constatar el transcurso de los años entre los eventos de nuestras vidas. Las distancias aleatorias entre el tiempo. La recombinación de la memoria como operación del instinto de conservación. Cualquiera que no conociera a Carmen podría pensar fácilmente que estas frases se referían a que ella podía hablar con los muertos. Pero lejos de parecerme una idea aterradora, me parecía que era tan sólo una consecuencia lógica y una alternativa en sí. Una mujer con un universo interior intensísimo, a quien le divertía la facilidad con la que podía moverse entre la dimensión espiritual y la realidad, confundiendo a quienes convenimos en nombrar la realidad como colectiva. Por supuesto que en esas conversaciones podría estar hablando de otros tiempos. Pero estoy convencido de que también pudo haber sido que hablara de ayer o de la semana pasada. Y también hoy al leer los poemas. Así que puedo decir que el otro día platiqué con Carmen Alardín. Y fue una conversación deliciosa.

MAH
La Jolla, California
2 de noviembre de 2015

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