22/3/10

Que así

De nuevo sea un grito solipsista entre la noche. Que incendie la oscilante proporción que existe, o no, entre la humedad y los huesos.

Que justo acaezca en la médula el golpe atronador que apure a la invención desde los intersticios bombardeados. Sublime una letanía que ya sin pasos. Sin galope.

Arrase con la iniquidad aposentada en toda silla. Aquella silla. La Única.

Que azote a la yegua sin jinete. Que la deje.

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