El sermón del arenque
a T. S. Eliot
sólo si comienza abril
mar adentro en bruma salta
retoza el arenque reluciente y
pide anzuelo para sacudirse el agua
su condena
apenas el bronceado pescador
extiende alegremente el hilo viento abajo
donde el agua
ya el arenque está prendido y
valsa y tira del cordel
el aire le recibe con un beso áspero
cómo escapar de
esa tenaza cosquilleante que
le ahoga
y protesta branquiando
ojidesbordándose:
"no era eso, no;
no era eso en modo alguno..."
amargo
de su boca circular y
minúscula
sale disparado un trocito de
su fin de suerte
Gloria Gómez Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario