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1/9/10

Y llegó septiembre

Una bandera invertida, en la convención náutica internacional, significa “gran desastre” y esta está destinada a tramitir señales de auxilio, para propiciar la atención Universal hacia paises o entes agobiados por distintas crisis.

12/3/09

Denise Dresser me prende

¿Por qué México no crece?

DENISE DRESSER

1
Porque el modelo económico mexicano no tiene la mezcla correcta de Estado y mercado, regulación e innovación; es un ejemplo de lo que el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, llama crony capitalism: capitalismo de cuates, capitalismo de cómplices, que funciona con base en la discrecionalidad y la colusión, no con base en las reglas claras o la transparencia.
2
Porque el Estado protege privilegios, defiende cotos, elige ganadores, y permite la perpetuación de un pequeño grupo de oligarcas con el poder para vetar reformas que perjudicarían sus intereses.
3
Porque esas prácticas nocivas han construido un andamiaje de privilegios y monopolios y duopolios y nudos sindicales que, a su vez, producen cuellos de botella en sectores clave para el desarrollo de cualquier país: telecomunicaciones, servicios financieros, transporte, energía, entre otros.
4
Porque México carga con los resultados de esfuerzos fallidos por modernizar su economía durante los últimos 20 años. Las reformas de los ochenta y noventa entrañaron la privatización y la liberalización comercial. Pero esas reformas no produjeron una economía de mercado dinámica debido a la ausencia de una regulación gubernamental eficaz, capaz de crear mercados funcionales, competitivos. Prevaleció la discrecionalidad entre los empresarios que se beneficiaron de las reformas y los funcionarios encargados de regularlos.
5
Porque debido a ello, México está atrapado por una red que opera a base de favores y concesiones y protección regulatoria que el gobierno empresarial ofrece y la cúpula empresarial exige para invertir; una red intrincada de actores que capturan rentas a través de la manipulación o la explotación del entorno económico, en lugar de generar ganancias legítimas a través de la innovación o la creación de riqueza. Y los consumidores de México contribuyen a la fortuna de los rentistas cada vez que pagan la cuenta telefónica. La conexión a internet. La cuota en la carretera. La tortilla con un precio fijo. La comisión de las Afores. La comisión por la tarjeta de crédito.
6
Porque la concentración de la riqueza y del poder económico entre esos “jugadores dominantes” con frecuencia se traduce en ventajas injustas, captura regulatoria y políticas públicas que favorecen intereses particulares. Peor aún, convierte a los representantes del interés público –presidentes, secretarios de Estado, senadores, diputados– en empleados de los intereses atrincherados del país.
7
Porque entonces no queda claro quién gobierna. ¿El Senado de la República o Ricardo Salinas Pliego cuando logra controlar los vericuetos del proceso legislativo, como lo hizo en el caso de los corresponsales bancarios? ¿La Comisión Nacional Bancaria o los bancos que se rehúsan a cumplir con las obligaciones de transparencia que la ley les exige? ¿La Comisión Federal de Competencia o Carlos Slim? ¿La Secretaría de Educación Pública o Elba Esther Gordillo? ¿Pemex o Carlos Romero Deschamps?
8
Porque el meollo detrás de la mediocridad económica de México se encuentra en su estructura económica y las reglas del juego político que la apuntalan; una estructura demasiado pesada en la punta de la pirámide; una estructura oligopolizada donde unos cuantos se dedican a la extracción de rentas a costa de los consumidores; una estructura armada con complicidades y colusiones que el gobierno permite y de la cual también se beneficia.
9
Porque muchos miembros del gobierno hablan del crecimiento económico como primera prioridad, cuando en realidad lo perciben como una meta secundaria. Más bien buscan asegurar un grado mínimo de avance para mantener la paz social, pero sin alterar la correlación de fuerzas existente; sin cambiar la estructura económica de manera fundamental. De allí la propensión a anunciar medidas cortoplacistas, a eludir las distorsiones del sistema económico, a llegar a acuerdos que tan sólo institucionalizan el statu quo.
10
Porque ese modelo ha producido monstruos; ese apoyo gubernamental a ciertas personas y a ciertos grupos ha producido monopolios y duopolios y oligopolios y líderes sindicales rapaces que ya no pueden ser controlados. Esas “criaturas del Estado”, como las llama Moisés Naim –el editor de la revista Foreign Policy–, hoy amenazan con devorarlo.
11
Porque sólo así se entiende la devolución de 550 millones de dólares a Ricardo Salinas Pliego por intereses supuestamente “mal cobrados”, un día antes del fin del sexenio de Vicente Fox. Sólo así se comprende la manera en la cual tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores aprobaron la llamada Ley Televisa. Sólo así se entiende que nadie en el gobierno levante un dedo cuando TV Azteca viola la ley al rehusarse a transmitir los spots del IFE o se apropia del Cerro del Chiquihuite. Sólo así se comprende que la reforma a Pemex deje sin tocar el asunto del sindicato. Sólo así se entiende que a Elba Esther Gordillo se le permita colocar a un alfil suyo al frente de la Lotería Nacional. Sólo así se comprende la posibilidad de darle entrada a Carlos Slim a la televisión sin obligarlo primero a cumplir con las condiciones de su concesión original. Síntomas de un gobierno ineficaz. Señales de un gobierno doblegado. Muestras de un gobierno coludido.
12
Porque los efectos de este modelo son cada vez más onerosos y cada vez más obvios. La crisis tan sólo exacerba los problemas que venimos arrastrando desde hace décadas. Mucha riqueza, pocos beneficiarios. Crecimiento estancado, país aletargado. Intereses atrincherados, reformas diluidas. Poca competencia, baja competitividad. Poder concentrado, democracia puesta en jaque. Y un gobierno que en lugar de domesticar a las criaturas que ha concebido, ahora vive aterrorizado por ellas.
13
Porque la respuesta, como lo sugería Ricardo Lagos en el foro organizado por el Senado, en el fondo es política. Tiene que ver con la inauguración de un nuevo modelo de relación entre el Estado, el mercado y la sociedad. Si la clase política no logra ponerse de acuerdo sobre cómo construir los cimientos del capitalismo democrático, dinámico, incluyente, México será un país condenado al subdesempeño crónico. Un terreno fértil para los movimientos en contra de las instituciones. Una nación que cojea permanentemente debido a los monopolios públicos y privados que no logra desmantelar, los arreglos corporativos que no logra democratizar, los “centros de veto” que no logra contener; los usos y costumbres del poder que no logra cambiar. Y continuará siendo lo que Felipe Calderón llama “un país de ganadores”, pero donde siempre ganan los mismos.

9/2/09

¡No!

Detalles de la entrada: México censura YouTube
09 de Febrero

Categorías: Política
México censura YouTube

Sobre advertencia no hay engaño. A principios de 2007, el sitio de internet YouTube fue censurado en Turquía. Cuando Google, el gigante cibernético dueño de esa web, pidió una explicación a las autoridades turcas, los hipersensibles de Estambul argumentaron que algunos videos del sitio atentaban contra la imagen de Mustafá Kemal Ataturk, el fundador de la Turquía moderna. Después de un largo debate, la gente de Google decidió impedir el acceso a ese contenido desde dentro de Turquía, pero optó por permitir su uso libre en el resto del mundo. La decisión no dejó contentos a todos en Google. De entre los directores hubo quien defendió la naturaleza libérrima de internet y, antes que nada, el código de ética de YouTube, que prohíbe videos racistas o de corte fanático, pero permite el contenido político. Aun así, y a pesar de que los videos “contra Ataturk” no eran más que parodias inanes, Google decidió atender las quejas del gobierno turco. No obstante, la censura engendra más censura, como Orwell bien sabía. Al poco tiempo, el gobierno turco comenzó a quejarse con mayor fervor, esta vez exigiendo que Google negara el acceso en todo el mundo a videos en contra la turqueidad. De manera sensible, Google resistió la presión: la censura dentro de Turquía no tenía por qué convertirse en la censura en el planeta entero. Algo similar pasó cuando el gobierno de Tailandia exigió a Google que retirara de YouTube una serie de videos que “insultaban” al rey, acto considerado criminal bajo la ley tailandesa. Una vez más, Google decidió respetar las leyes locales: bajó los videos claramente ilegales en Tailandia, pero optó por dejar abierto otro contenido que había disgustado a los tailandeses y que no violaba estatuto alguno, como los que no contenían llamados a la violencia ni expresiones fanáticas. Al final, Google cedió a la censura pero mantuvo, hasta donde pudo, la libertad de expresión que hace de internet un auténtico foro global.

Dentro de poco, Google enfrentará un nuevo y complicado reto con las leyes locales. Pero esta vez no será en Turquía, Tailandia o China. El siguiente debate para YouTube será decidir si acepta retirar contenido proveniente de México, ese nuevo escenario de la censura política. Y es que se veía venir. Apenas comenzó a aplicarse la nueva ley electoral y la equidad ya se ha convertido en bozal. La reforma electoral, que arrebató el derecho de participación política en los medios de comunicación masivos a la sociedad civil, he engendrado lo que muchos se temían: un enorme Big Brother. En la semana que termina, algunos consejeros del IFE dejaron entrever que, en aras de proteger la limpieza del proceso electoral en México, el órgano regulador podría exigir a YouTube retirar contenido político si alguien así lo requiere. Es una vergüenza. Pero mucho peor fue la respuesta de YouTube. Ricardo Blanco, vocero del sitio para América Latina, hizo el disfavor de anunciar que estaría dispuesto a “cooperar” con el IFE. Sería bueno conocer la opinión de los jefes del señor Blanco. Porque si bien es cierto que YouTube acató la disposición de censura de los gobiernos de Tailandia y Turquía, también es verdad que la empresa sólo decidió impedir el acceso de los usuarios a aquel contenido que incitara a la violencia o usara lenguaje de odio o prejuicio. ¿Entraría en esa categoría un video del plantón de Paseo de la Reforma o un montaje de la ilustre carrera política de René Bejarano? ¿Qué tal un montaje de imágenes de Enrique Peña Nieto junto a Arturo Montiel o, mejor aún, un breve video contando ciertos pasajes de la historia priista en el siglo XX? ¿O incluso un fragmento de esa magnum opus del documentalismo imparcial mexicano que es Fraude 2006, de Mandoki? Ya imagino el rostro del consejo de Google cuando el señor Ricardo Blanco les llame para informarles que en México se exige la censura de cientos de videos de carácter político por considerarlos impropios para la impoluta democracia mexicana.

Y eso será sólo el principio. Porque habrá que avisarle al IFE que internet es mucho más que YouTube. Pensemos en el auténtico gigante social en la red: Facebook, sitio que resultara fundamental para Barack Obama en la elección del año pasado. ¿Hablará el IFE con Facebook para que se cancele la posibilidad de formar grupos como el de “Creo que puedo encontrar a más de 100 mil personas que les cague El Peje”, una sociedad cibernética con cerca de 30 mil miembros? ¿Es ilegal este acto de libre asociación, que incluye correos constantes entre los miembros y, claro, videos ciertamente severos en contra de Andrés Manuel López Obrador? Y no sólo está Facebook. El IFE tendría que irse poniendo en contacto con Twitter, donde ya alguien seguramente tuvo la idea de cubrir minuto a minuto la campaña electoral en tonos que distan mucho de la higiene orwelliana que pretenden los consejeros.

En suma, a las cosas por su nombre: la interpretación de la reforma electoral está convirtiendo a México en un país de histéricos, en donde la libertad de expresión está cada vez en mayor desventaja y las acusaciones por una supuesta guerra sucia se vuelven cada día más estridentes y, peor aún, desinformadas. Ninguna democracia en el mundo se ha construido sobre los cimientos de la censura. Eso hay que dejárselo a quienes defienden una monarquía o se rasgan las vestiduras por los atentados mediáticos a su intocable identidad nacional. Que sean ellos quienes censuren a sus ciudadanos, ellos quienes tengan que “cooperar” con leyes dignas del Gulag.

- León Krauze