"Si era visto a través del vestido, a contraluz —y aquí sobrevenía una nostalgia concreta, de cuando Polonio andaba libre: los cuartos de hotel olorosos a desinfectantes, las sábanas limpias pero no muy blancas en los hoteles de medio pelo, La Chata y él de un lado a otro del país o fuera, San Antonio Texas, Guatemala, y aquella vez en Tampico, al caer de la tarde sobre el río Pánuco, La Chata recostada sobre el balcón, de espaldas, el cuerpo desnudo bajo una bata ligera y las piernas levemente entreabiertas, el monte de Venus como un capitel de vello sobre las dos columnas de los muslos —aquello resultaba imposible de resistir y Polonio, con las mismas sensaciones de estar poseído por un trance religioso, se arrodillaba temblando para besarlo y hundir sus labios entre sus labios."
Revueltas, José. (1969). El apando. México: Ediciones Era. p.22
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